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  • Letra C

    D espués de su seco sollozo, con la mirada en alto y sus pupilas estremecidas levantó sus brazos, de manera abrupta, reclamándole al convulsivo grito del viento por tan insensatas sinrazones. Sus pulgares se estiraban, erguidos como las manecillas de un reloj pasado mediodía hacia un cielo necio, al que por más que se le…

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