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Quiero compartir las cosas que siempre he pedido a Dios*:

* Antes que nada la fortaleza para no pedir nunca por mi, para no esperar recibir nada, la fortaleza para soportar, y agradecer por todo lo difícil y por todo lo malo. A agradecerle por la confianza que el pone en mi al darme experiencias difíciles.
* El don de saber dar, para hacer sonreír el alma de los demás.
* Gratitud sincera y perpetua, la capacidad de maravillarme y saber percibir hasta inundar mis ojos de emoción por la más sencilla de las cosas.
* Sabiduría.
* Templanza, para ser fiel a mi ser.
* Paciencia y prudencia.
* Saber dar amor a los demás como solo una o dos personas que conozco pueden hacerlo.

Aparte de eso, siempre he pensado que el ya sembró con creces lo suficiente como para resolver por mi propia cuenta cualquier otra situación.

Es mejor preguntarse, Para qué sirve esto que me pasa? en vez de: Por qué me pasa esto a mi?

Me enseñaron a respetar a las personas menores que yo de la misma manera que a las mayores.

Escuchar decir que los “mayores” merecen respeto me revuelca la tripa. Porque lo que quieren no es respeto, sino nulo cuestionamiento.

Acaso le debo mas respeto a alguien que tiene más años que yo solo por haberle dado mas vueltas a una bola de helio e hidrógeno? O, es que un delincuente de 40 años merece más respeto que uno de 20?. O un muchacho de 15 que sostiene a su madre y a sis tres hermanitos merece menos respeto que un hombre de 40 que sigue viviendo con sus padres y aprovecha cada fin de semana para hundirse en alcohol? Basar el respeto en los años vividos solo es una total muestra de nulo conocimiento en como el ser humano gana experiencias. Y solo retrasa la capacidad de madurez de una persona.

Una cosa es admiracion, otra es respeto. Y a mi me enseñaron a respetar a la persona que hace el aseo de la misma manera que al CEO.

A mi hijo pienso dejarle claro que los años no ameritan respeto. Y que debe respetar a sus menores tanto o más que a sus mayores. Que es libre y tiene el derecho y el deber con el saber de interrogar, cuestionar y romper las reglas cuando sea necesario.

El verdadero amor no es otra cosa que el imparable deseo de ayudar al otro a que sea quien es – Jorge Bucay

Paradójicamente la capacidad de estar felizmente solo es una condición necesaria para tener la capacidad para amar de verdad